Votar no es la máxima expresión de su deber ciudadano: es la primera

 

Publicado en La Opinión, 11/4/2006

Mañana son las elecciones nacionales y usted, que puede votar, representa a los que no pueden, porque no tienen documentos migratorios. A los 250 mil que protestaron el 25 de marzo en Los Ángeles. A los millones que lo hicieron el 1 de mayo en todo el país, en demanda de una solución a su insoportable situación migratoria. Frenados pero no derrotados, todavía buscan la manera de expresarse que usted tiene y ellos no. Vote.

Porque votar no es la máxima expresión de su deber ciudadano: es la primera, el punto de origen para luego organizarse, es decir, asociarse a un grupo, partido o corriente ya existentes, o participar en crear algo nuevo. En la democracia de Estados Unidos, la alternancia en el poder de solo dos partidos políticos llevó al florecimiento de decenas de miles de organizaciones afiliadas, independientes y hasta rebeldes. Al menos una de ellas tiene que ser para usted. Escoja.

Porque al votar alivia la vergüenza que causan quienes se hicieron ciudadanos sólo por los beneficios: la legalización migratoria de familiares, el asegurar que no lo deporten, gozar de Medicare o del Seguro Social.

Porque votar significa también declararse estadounidense: en la participación está la semilla del cambio y su opción de demandar de otros.

Porque puede seguir amando a su país de origen: México, El Salvador, la Argentina, y sin embargo votar en Estados Unidos.  Puede seguir añorando volver algún día. Pero mientras viva aquí, vote. Es lo mínimo que se espera de usted a cambio de los derechos civiles y de las oportunidades.

Porque quienes podemos ejercer el derecho a votar somos una minoría entre los habitantes del planeta, más oprimidos, perseguidos, estigmatizados, y humillados por pobreza, guerras y desesperanza. Somos privilegiados entre quienes votar y decidir es un sueño entre los barrotes de sus dictaduras. Ellos merecen que usted los respete así, votando.

Porque si usted puede votar y se agrega a quienes sin embargo, no lo hacen por pereza, desinterés, poca fe o cinismo, alimenta los argumentos de quienes son hostiles a los inmigrantes, predican su expulsión y mancillan su honor.

Porque su usted cree que su derecho al voto es inalienable, se equivoca. En Maryland hay voluntarios que merodearán alrededor de las casillas de votación para ubicar a quien parezca latino y cuestionar ese derecho. En el condado de Orange alguien mandó una carta amenazando con la cárcel a “emigrados” que voten. En Florida le pueden pedir un documento de naturalización para poder votar solo por el color de su piel, o obstaculizar su viaje al centro de votación. En Mississippi aún reparten volantes afirmando falsamente que la fecha de votación se cambió para el miércoles.

Entonces, si ya hizo todo el esfuerzo de venir aquí, legalizarse y hacerse ciudadano, bueno, ahora vote. Así mejorará la educación, la economía, la cosa de la guerra y la reforma migratoria, todos temas de su interés.

Por eso. Por eso, vaya y vote mañana por sus intereses. Hágase respetar. Muéstreselo a sus hijos.

Votar no cuesta nada y causa un beneficio que durará siempre.