Sueño, madrugada
Cinco corazones luciérnagas
laten a lo lejos y el tuyo no
se zambullen a nuestro encuentro agitan
sus manos que protegen
una desde el fin del sueño y la esperanza
una invitándonos a cerrar la puerta
una señalando con dedo larguísimo
el sendero del silencio
una me expulsa del jardín de los buenos padres
una encerrada sangrante en el potrero de su puño propio
diáfanas manos vírgenes manos últimas
en la fila del pan humildes desdichadas
tranquilas como muertas.
Courtleigh Drive,
2 de junio de 1999