Si maneja no beba, pese a la publicidad
12/24/2006
Falta una semana para fin de año.
Hasta entonces y desde enero, habrán muerto en las carreteras del país casi 17 mil personas por accidentes relacionados con el consumo del alcohol. Un cuarto de millón resultarán heridas.
La época más fatal son los siete días que quedan hasta el 31 de diciembre.
Para muchos, la fiesta será cercenada por el horror.
Mientras tanto, rompe un récord en los avisos publicitarios de bebidas alcohólicas, explícitos y subliminales: un campeón de carreras de autos festeja con champán. ¿No era que si maneja, no beba? Sufrimos a diario un despiadado ataque que nos incita a intoxicarnos, que equipara felicidad y “éxito” con borrachera. Vemos, término medio, 60 avisos que publicitan alcohol cada día.
No es casualidad que durante la temporada navideña, suba en 20% en Los Ángeles el número de mujeres abusadas que piden ayuda, porque sus hombres están alcoholizados.
Las víctimas no son sólo los pobres. En los últimos años se han inventado nuevas categorías de mercadeo: las bebidas exóticas, las supervodkas, para quienes pueden pagarlas.
La plaga tampoco se detiene entre adultos. Para los más jóvenes están los coolers y las promesas de éxito sexual si beben. Según el gobierno federal, 540 mil niños de 12 a 17 años de edad abusan del alcohol en California. Y 1,250,000 están en riesgo de beber cinco o más tragos una o dos veces por semana.
El crecimiento demográfico e incremento de poder adquisitivo de los latinos, su presencia en todos los ámbitos de la vida californiana, los convirtió en foco de atracción para la industria del alcohol.
Las borracheras navideñas afectan especialmente a los inmigrantes, porque muchos adquieren la costumbre al llegar, para integrarse, para ser como los de aquí.
La generación de latinos nacida en Estados Unidos bebe más que la de recién llegados: un 18% de los hombres y 4% de las mujeres lo hace asiduamente; entre inmigrantes de ambos sexos, es la mitad.
Los estudios dicen que el alcohol y otras drogas adictivas son parte de las reacciones a la experiencia migratoria y derivan de la tensión causada por el conflicto cultural y la carencia de recursos adecuados para confrontarla. Cuanto más integrados, más y más frecuentemente beben.
Esto sucede también por la conjunción letal del deseo de ser estadounidense y los restos negativos de nuestro bagaje cultural. Según la Universidad de California Berkeley, los hombres latinos elaboran su opinión sobre beber, partiendo de la necesidad de demostrar virilidad, fortaleza y control supremo. El absurdo llega a que muchos piensan que manejan mejor después de unas copas.
El problema se agrava por la tendencia a negar el problema bajo el marco de la diversión. La apertura cultural, el fácil y acceso al alcohol, el ambiente estimulante, hacen que se considere la enfermedad del alcoholismo de manera benigna hasta que es demasiado tarde. Por eso las clínicas antialcohólicas en California tienen un porcentaje de pacientes latinos menor a su lugar en la población.
Entre hoy y fin de año, por favor, cuidemos la vida.