No recorten

3/30/2008

Si la podadora de los recortes presupuestarios estatales y locales logra su cometido, serán reducidos o eliminados algunos de los programas sociales más extraordinarios y se extraerá del sistema a expertos que con abnegación y sacrificio literalmente salvan las vidas de nuestros niños.

El tiene 16 años y nació cerca de Acapulco, México. Sus padres son narcotraficantes o lo eran si ya han muerto. Recuerda una temprana infancia terrible. Para que se duerma le daban drogas. Le gritaban y pegaban. Si no iba a la escuela no importaba. Frecuentemente cambiaban de casa.

A los 11 años conoció a un sacerdote y en la iglesia halló solaz y aprendió que existe otra vida. Buscándola y con amigos tomó un tren y luego otro y luego caminos de tierra y un río, y en el camino a Estados Unidos presenció mutilaciones, vejaciones y la muerte. Llegó a Los Ángeles, con una mano adelante y la otra atrás. A los 14 años se fue a trabajar con los jornaleros, durmiendo en las esquinas.

Un policía que patrullaba el sitio donde los trabajadores se ofrecían al mejor postor notó que era menor de edad y lo contactó con el Departamento de Niños y Servicios Familiares del condado. No sólo le salvaron la vida: le dieron un futuro. Lo colocaron en una casa de adopción (foster care). Trataron de comunicarse con la familia en México para repatriarlo, pero la evidencia del horror hizo que lo dejaran aquí.. Ahora está a disposición de la corte de Familia. Vive con una familia latina de clase media en una ciudad del este con otros niños de su edad.  En la escuela secundaria es uno de los más aplicados. Cuando crezca quiere ser médico y le molesta que a otros niños hispanos nacidos aquí el estudio no les importe. Lucha denodadamente contra sus limitaciones en el idioma, en matemáticas. Por eso recibe clases con tutores; los maestros lo aprecian.

Otro caso.  Ella tiene 17 años. Cuando su padre murió en México en circunstancias que ignora, cruzó a Estados Unidos con su madre y dos hermanitos para vivir con sus abuelitos. Muy pronto el abuelo comenzó a abusar sexualmente de ella. Así, por años, y ella no se animaba a revelárselo a la madre. Pero lo hizo con una consejera de su escuela que le inquirió por sus calificaciones mediocres. Nuestros servicios sociales la tomaron bajo su protección; fueron retirados de la casa del abuso. Viven ahora en una casa de adopción, con una familia cariñosa, a quien llama sus “padres”. De un ambiente de opresión y miedo pasó a una experiencia curativa, maravillosa. A punto de emanciparse, quiere estudiar criminología y ser una investigadora.

¡Ah! Mientras nuestro sistema trabaja para ella, el abuelo, ya condenado por sus abusos, fue a su vez severamente golpeado en la cárcel y terminó en el hospital. Y los hermanos de la madre la acusan del destino del hombre.

Los arriba detallados son servicios que quieren cortar en el presupuesto. Hacen a este país diferente, adelantado, sobrecogedoramente compasivo.

No los recorten.