Nivel de alerta naranja

Editorial de fondo, La Opinión 12/23/03

Más que en las otras tres oportunidades desde que se instauró el sistema, causa interrogantes la reciente declaración del nivel de alerta naranja (alto), que se emite cuando el gobierno considera que existe un elevado riesgo de ataques terroristas.

Las autoridades calificaron el riesgo que dio lugar a la decisión como el más severo que han visto desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Las regulaciones federales estipulan que a este nivel se implementa la cooperación entre las dependencias correspondientes en el ámbito nacional, estatal y local, conjuntamente con las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional.

En California, la declaratoria significa, entre otras medidas, que la policía pasa a trabajar en horarios de 12 horas, la Patrulla de Carreteras monta guardia en emplazamientos estatales y la Guardia Nacional se ubica en sitios estratégicos.

En el Aeropuerto Internacional de Los Angeles (LAX), además de las medidas ya existentes, se recomienda que los pasajeros lleguen dos horas y media antes para vuelos de cabotaje y tres horas y media para vuelos internacionales. Se anticipan restricciones en los estacionamientos.

El anuncio crea un problema político, entre otros motivos, por su alto costo financiero. Millones de dólares se invertirán en asegurar carreteras, puertos, aeropuertos, centrales nucleares, terminales del tren y autobús, puentes y túneles, además de los sitios de concentración públicos.

Inevitablemente, millones de viajeros experimentarán retrasos y otros inconvenientes adicionales a los típicos de esta temporada: aeropuertos atiborrados, viajes repletos, esperas largas.

Es posible que se generen colas más largas en los cruces fronterizos para quienes acuden a sus reuniones familiares.

Además, se puede perturbar la temporada de ventas. Para algunos ramos del comercio, el fin de diciembre constituye hasta el 25% de su ciclo anual. Decenas de miles de puestos de trabajo dependen de ello.

Pero Navidad y Año Nuevo no es solamente una semana nacional de compras. Para los estadounidenses es también el respiro anual de un año de trajines; días de descanso y vacaciones, jornadas de esparcimiento y festejo con los seres queridos. Las autoridades quieren, con justicia, impedir que se perjudique esta sensación de sosiego.

Al margen de los inconvenientes, ningún grado de precaución es exagerado. La experiencia enseña que el alto nivel de alerta puede constituir un elemento altamente disuasivo para quienes traman atentar contra la vida de civiles inocentes en territorio del país.

La población, aunque más inquieta y quizás preocupada, en realidad se encuentra más segura ahora, después del anuncio, que antes.

Junto con la debida prudencia, tiene sentido pues la recomendación del secretario Tom Ridge a la población de que “si tienen planes navideños, sigan adelante con ellos; no los alteren”.