Maywood

2/18/2007

La pequeña ciudad de Maywood está en el epicentro de una investigación que incluye alegatos de corrupción, soborno, brutalidad policial. Es tema de una serie especial de La Opinión y escenario de una confrontación sin cuartel.

Imposible imaginar una ciudad más pequeña: mientras la busco en el mapa… ya la pasé. Tiene poco más de una milla cuadrada y en ella… ¿cuántos habitantes? Según el condado, unos 30 mil. Para otros, 45 mil. La diferencia la hacen los no registrados, los desapercibidos, los invisibles: los indocumentados.

Con 96% de latinos, es una de las más densamente pobladas del país.

Aquí, el conflicto migratorio trasciende la simple expresión de opiniones.

En 1995, una ley estatal fue ampliada para permitir el decomiso por municipios de automóviles cuyos conductores carecen de licencia, por 30 días.

En Maywood, esta ley fue aplicada con saña, bajo la excusa de seguridad vial.

Miles de coches fueron sustraídos a trabajadores camino a sus puestos, a padres que llevaban hijos a la escuela. También, justificadamente, a conductores ebrios.

Para comparación, Huntington Park, con el doble de habitantes, incautaba la cuarta parte.

A 90 dólares por remolque y 25 dólares por día de almacenamiento, los propietarios con papeles podían rescatar su propiedad desembolsando mil a 1,500 dólares.

Pero los indocumentados muchas veces perdieron sus carros, subastados o despedazados para vender sus partes.

El contrato entre el concejo y la empresa de remolques produjo millones.

Quienes lo engendraron eran conscientes de su nexo con la inmigración indocumentada: en 2003 supuestamente cambiaron cancelaron la práctica, porque el entonces gobernador Davis iba a otorgar licencias de conducir a los indocumentados.

Cuando Davis fue sustituido por Arnold Schwarzenegger, quien hizo cancelar aquella ley, se reanudaron las incautaciones.

La indignación popular creó una alianza de activistas; en octubre de 2004, más de 200 personas protestaron ese y otros abusos. Demandaron un cambio. Lo lograron por la vía electoral.

Hasta entonces, decidía el destino de Maywood un grupito de votantes: 1,200.

En noviembre de 2005 más de 3 mil ciudadanos votaron, y dos nuevos miembros, Felipe Aguirre y Sergio Calderón, llegaron al municipio y hallaron el apoyo del concejal reelecto Thomas Ramón Martin.

Disolvieron la unidad policial responsable de las incautaciones y anularon la ordenanza que las permitía. Al mes siguiente, convirtieron a Maywood en la primera ciudad de Estados Unidos en declararse ciudad santuario para inmigrantes.

El 1 de mayo, Maywood protagonizó manifestaciones de inmigrantes por una reforma.

Los cambios no pasaron sin reacciones, incluyendo manifestaciones de los Minuteman.

Y un secretario del municipio, quien en una carta a La Opinión había acusado a los reformistas de “no reconocer las leyes de este país”,  fue hallado culpable de amenazas un concejal, en ese trasfondo. Organizadores de la reforma también fueron blancos de amenaza.

Ahora surgen supuestos hechos posiblemente más graves.

Lo de Maywood no es nuevo: lo denunciaban hace años. Lo que sucede ahora es el estallido, el fin de la paciencia de los residentes para quienes la autoridad es corrupta. Es un modelo de lo que se puede lograr si se participa en la vida cívica.