Marchas de protesta de los inmigrantes: es solo el comienzo
Nota publicada en La Opinión, abril de 2006, durante la era de las grandes manifestaciones inmigrantes que pusieron la cuestión de los indocumentados y la reforma en el orden del día nacional.
Los analistas políticos coinciden que este es uno de los movimientos de masas más importantes de nuestro tiempo. Y que lo sucedido en Los Ángeles desde el 25 de marzo de 2006, con la marcha de los 500 mil, es sólo el comienzo.
Caracteriza el momento la aparición de los inmigrantes indocumentados como elemento participante y no pasivo. Esto es nuevo, sui generis para 2006: los casi un millón de deportados durante los años 30, entre ellos miles de ciudadanos expulsados ilegalmente, no reaccionaron. Tampoco lo hicieron durante la similar operación Wetback.
Como consecuencia de ese aumento de conciencia política, al parecer se acercan cambios políticos profundos dentro de la comunidad. Las marchas —el lunes, un grupo de 1,500 personas, sin líderes, espontáneamente, sin preparativos, se congregaron frente a la municipalidad en Ontario, mostrando la energía acumulada— se están consolidando alrededor de grupos y coaliciones, que podrían hacer obsoletos a los que imperaron en las últimas décadas. Si las organizaciones quieren subsistir, deberán cambiar y reorientarse.
Lo que galvanizó la energía, el enojo de la comunidad, fue la moción HR4437, popularmente llamada “Ley de Sensenbrenner”, que aprobó la Cámara de Representantes el 16 de diciembre pasado. Un cartel en la marcha del lunes, precisamente, rezaba: “Gracias, Sensennbrener”. Pero el impulso vino de mucho antes, de las campañas contra las redadas, por las licencias de conducir, y por la inclusión migratoria durante las negociaciones entre los presidentes Bush y Fox antes del 11 de septiembre de 2001.
En el proceso, surgieron en California dos principales corrientes políticas, que se van a diferenciar —a diferencia de dividir— en torno a las tácticas para conseguir la misma estrategia.
La existencia de dos corrientes se manifestó, en Los Ángeles, en el hecho que hubo dos marchas: la de medio millón, a las cuatro de la tarde a lo largo del bulevar Wilshire, y la del mediodía en la calle Broadway, con unos 200 mil participantes, en la que participaron también trabajadores que se abstuvieron de trabajar y estudiantes, de ir a la escuela.
Una corriente, alrededor de la Coalición Somos América, cree que las próximas tres semanas son cruciales, y plantea una campaña de llamadas telefónicas, tarjetas postales, cartas y correos electrónicos, para impactar el debate en el Senado, así como llamadas similares a las dos senadoras federales de California. Planifican centros para efectuar llamadas, y repartir tarjetas, en lugares como el parque McArthur, iglesias y centros de trabajo, y finalmente, una delegación a Washington para el 17 de mayo para hablar con los legisladores, dijo a La Opinión Ángela Sambrano del Centro de Recursos Centroamericanos (CARECEN). Su sitio de internet es www.todayweact.org.
La otra, de la Coalición 25 de Marzo y otros grupos populares, se concentra en tácticas tales como marchas multitudinarias, llamado a huelgas y preparativos para organizar comités de defensa del inmigrante, ya que vaticinan un aumento en las redadas. Hablan de una marcha a Washington para el 19 de mayo y una actividad multitudinaria similar el Día del Trabajo, ya en septiembre. Su sitio de internet, www.march26coalition.org, se hará público hoy, dijo a este rotativo su portavoz Oscar Sánchez. Su nuevo teléfono 1-800-503-9021.
Paralelamente a este grupo está la Coalición Nacional por los Derechos Humanos, que guía el profesor Armando Navarro, también de UCR, y está Juan José Gutiérrez, quien dirige una oficina de servicios migratorios —Latino USA—.
¿Y los dirigentes electos de los latinos? Como todos, fueron sorprendidos por la magnitud de la protesta. A medida que se acercaba el 25 de marzo y llegaba información de que lo que inicialmente se pensaba iba a ser una protesta de hasta 25 mil personas tendría 10, 20 veces más, el instinto de supervivencia política y el sentido del deber movilizaron a aquellos políticos más cercanos al movimiento. Fabián Núñez, presidente de la Asamblea de California, viajó un día antes a Washington, anunciando que se encontraría con congresistas y senadores para tratar de influir en el debate congresal. Villaraigosa, el más popular de los políticos latinos del estado, desde las escalinatas de la municipalidad, dio la bienvenida a la ciudad a los manifestantes, sin que quedase claro si era parte de ellos
En general, los dirigentes electos luchan por ser relevantes y no desbordados por los acontecimientos. Por mantener una función, pero como mediadores, no cabecillas.
En definitiva, como dice a La Opinión el profesor Armando Vázquez-Ramos, del Departamento de Estudios Latinos y Chicanos de CalState en Long Beach, “nos arrinconaron hasta tal punto con la amenaza de esta ley racista, que se reventó la liga; ahora no hay manera de acorralarnos otra vez, y ni un Nativo López, ni una Dolores Huerta, ni un congresista o una persona con el carisma de Antonio Villaraigosa puede detener o controlar a esta comunidad”.
¿Y la HR4437? Está muerta, especialmente sus dos cláusulas más extremas: la que pretendía convertir la estadía ilegal en el país de una violación administrativa en un delito grave y la de hacer a individuos y organizaciones de ayuda a los indocumentados cómplices criminales.