La Sexta Caída
La sexta vez él cayó.
Ella dijo: ya es un hábito es el vicio.
La sexta vez él cayó y ella lo maldijo
lloró por la tierra que ardía en sus venas
los puentes que los separaban
la oscuridad que se llevó de caza.
Mientras él se caía ella se fue
pues dando portazos
con un cascabeleo brillante
un corte al costado de su minifalda
el alcohol bamboleándose
casi a ras del suelo.
La sexta vez él cayó
y lo destrozó todo quedó arruinado
aunque fue en silencio, como un adulto
cayó sobre un abrazo de luna
espantado quedó quieto
preguntó preguntas de niño
con dificultad y sin respuesta
hasta crecer, hasta que creció
y dejó de preguntar
largas estrofas trabajándose
serias palabras necesarias.
Ella de cuclillas
frente a la ventana del retorno,
de rodillas ante una escalera que no sube
mesándose el eco, acostándose tarde
pintada de rojo.
La sexta vez él cayó,
solo cayó,
sin nadie silenciosamente como dije.
Entretanto y la vida hormigueaba
de lleno y con todo
y ella, pintada de París
se desplomaba magistralmente
sobre la acera.
Entonces,
cuando aquella sexta vez cayó
evocando las otras caídas
los ensayos, abrazos
rayos de luna premonitorios,
fue como un mensaje.
Tel Aviv