Hay un niño en la calle
Por correo recibo una oferta estremecedora: que compre seguro de vida para mis hijos. “Hasta 25 mil dólares. No mande dinero ahora. Sus tasas nunca subrán. No requiere revisación médica. Libre de impuestos”.
Estremece, porque juega directamente a los temores de nosotros los padres de que algo le suceda a nuestros niños. Como si tener un seguro de vida obrase como amuleto, guardase contra la muerte.
Pero los temores que aprovecha esta propaganda no son infundados.
En tiroteos, homicidios premeditados, suicidios familiares, arreglo de cuentas de pandillas, o el trágico azar, niños de todas las edades mueren o son heridos en Los Angeles. Demasiados.
Este martes 17, por un conflicto sobre custodia de sus hijos, una mujer y dos más supuestamente intentaron matar al ex esposo de ella en la calle 47 en Los Angeles. Los tiros hirieron gravemente a sobrina de siete años de la mujer. El marido ni estaba en casa.
Poco antes, un pistolero roció de 12 balas una casa en la calle 22 Este e hirió a Ivy Hernández, de seis años, que se divertía con juegos electrónicos en casa de su abuelito. La policía no sabe el motivo.
Hay más.
El 27 de enero, en Wilmington, por perder el empleo, Ervin Lupoe mató a sus cinco hijos: una niña de ocho, dos mellizas de cinco y dos mellizos de dos. Luego ultimó a su esposa y se quitó la vida.
El 13 de enero Robertito López murió a los 4 años frente a su casa de Echo Park porque su cuerpito interceptó las balas que intercambiaban delincuentes. Su presunto asesino fue localizado gracias al afano de una comunidad indignada.
En Nochebuena y vestido de Santa Claus, , Bruce Pardo mató en Covina a ocho personas, incluyendo su sobrino Michael Ortiz, de 16.
Hay más.
A inicios del mismo mes alguien mató a Isidro Martínez apuñalándolo en la espalda cerca de su domicilio sobre el boulevard Venice. Tenía 17 años.
Cuatro días antes, Heriberto Mecina, un chico de 18, murió de un tiro en el corazón en la avenida Tercera mientras jugaba al fútbol y discutía con conocidos.
Todo en poco más de un año. Y no son todos. Hay más. Y más.
En agosto de 2008 un niño de 16 años fue baleado y muerto en el porche de su casa de Lynwood luego de ser confrontado por pandilleros, el segundo caso en esa semana.
En febrero pasado, los policías de Baldwin Park arrestaron a un hombre que les esperaba fuera de su casa, donde yacían muertas una niña de 4 años y una mujer, y dos niños, de 9 y 14, heridos de gravedad. La mujer era la madre del acusado.
Si hay víctimas inocentes, son los niños. Bajitos, distraidos, ingenuos. Viven en el presente y con toda la vida por delante aparecen en el escenario de violencia, o son su despiadado blanco.
El verdadero seguro de vida para los niños se consigue haciendo inconcebible la violencia contra ellos. Estableciendo castigos adicionales a quienes les hacen daño. De por si, crecer en la pobreza y la ignorancia es terrible.
Escribió Armando Tejada Gómez: “Es honra de los hombres proteger a lo que crece / cuidar que no haya infancia dispersa por las calles”.