Entre la pistola eléctrica y la picana
11/19/2006
Entre 1976 y 1983, 30 mil personas desaparecieron en la Argentina de la última dictadura militar. Decenas de miles fueron torturados, casi todos jóvenes, adolescentes. Los militares de mi país mataron el espíritu de la juventud. Nunca se hizo justicia. En el horror descrito por los sobrevivientes una herramienta sobresalía por su fría crueldad, porque causaba sufrimiento sin matar: la picana eléctrica.
Tres videos de brutalidad policial sacudieron esta semana Los Ángeles. La abundancia de filmaciones en poco tiempo sugiere acceso masivo a medios de comunicación que escapan al control autoritario. Pero también presuponen que por cada película publicada puede haber muchas nunca grabadas.
En los tres las víctimas están desarmadas. Son chocantes y sublevan por la injusticia que representan. El primero, de agosto, fue una golpiza contra William Cárdenas, un latino, para arrestarlo. El clamor público llevó a su liberación después de 96 días, independientemente de si estaba justificada por las circunstancias reales de su supuesto delito. En el segundo, de febrero pasado, Benjamin Barker, un homeless, es rociado con spray de pimienta mientras está esposado, dentro de un patrullero. En ambos casos, el jefe de la Policía de Los Ángeles Bratton declaró que las apariencias engañan y que los policías no cometieron ningún acto ilegal.
Pero en el tercero el abuso es evidente. Un estudiante universitario, Mustafá Tabatabainejad, estadounidense de origen iraní, es aturdido con una micro-picana eléctrica moderna llamada pistola eléctrico, o por su nombre de marca, taser, entre las columnatas de mármol y mosaicos de la Universidad de California Los Ángeles. Los esbirros son agentes de la policía universitaria. En el vídeo de seis minutos, el filmador anónimo se esconde tras otros estudiantes.
No es para menos.
A quien interviene interpelando a los agentes desaforados, se le amenaza: aléjate si no quieres el taser. A Tabatabainejad le gritan incesantemente, alocadamente, que se levante. Pero el efecto del choque eléctrico, como deberían saber los victimarios y según un estudio del Lancet Medical Journal, consiste precisamente en la inmovilización de los músculos. Según la Asociación Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), 148 personas en Estados Unidos murieron desde 1999 como resultado del taser, inventado en 1970 con la idea de reemplazar el uso de armas letales. Amnistía Internacional documenta 150 casos de muertes en todo el mundo, y el Departamento de Justicia lo investiga desde hace dos años. Para que no se use en torturas afuera, Estados Unidos limita su exportación.
¿Y Tabatabainejad? No puede levantarse. Por eso lo vuelven a atacar, y así sucesivamente, cuatro o cinco veces.
¿El motivo? Un agente busca a quienes no son estudiantes y por lo tanto no tienen derecho a estudiar en la Biblioteca Powell después de las 11 de la noche. Son las 11:30. Por algo le piden documento de identidad, él lo olvidó. Quizás contestó feo. ¿Y? Termina esposado y arrastrado fuera de los ojos de un gentío alelado.
Mi hijo estudia en uno de los UC. ¿No correrá riesgo?
Usar el taser está a años luz de la picana homicida que enlutó mi país. Pero que se acerca, se acerca.