El Repo
1/7/2007
Un canal de televisión hispano presenta con jolgorio y derroche de mercadotecnia un programa donde se embarga a compradores morosos en el valle de San Fernando automóviles que compraron a crédito y no pagaron a tiempo.
El show crea la falsa impresión de que los deudores son estafadores consuetudinarios y violentos manipuladores que no pagan porque no quieren. En cambio, muestra a los del repo como hombres musculosos y mujeres esculturales, al supuesto servicio de la cruda justicia en propias manos.
El repo, abreviación de repossession, es un recurso legal que opera generalmente en quienes se quedaron sin poder hacer sus pagos porque empeoró su situación personal, o bien, como reconoce un reciente informe de GAO, la rama investigativa del Congreso, quienes ignoran el alcance de sus obligaciones y derechos.
En el caso de los inmigrantes, esto es peor. A la inestabilidad económica característica se agrega el desconocimiento del país y la avidez por comenzar de inmediato a acumular símbolos del consumismo.
Bien llevado, el crédito puede ser una de las ventajas del sistema financiero. Hoy se lleva el producto–auto, refrigerador, unas casetes para estudiar inglés, membresía en un gimnasio- y lo paga en “cómodas cuotas”.
La información se acumula en tres agencias privadas: TransUnion, Equifax y Experian. Si uno abona a tiempo y compra con cuidado, se difunde información positiva y se le abre el camino para tarjetas de tiendas, gasolineras y de crédito propiamente dichas.
La deuda de los consumidores sube a un ritmo mayor que la producción: un aumento del 6.8% en noviembre, para llegar a 1.706 billones de dólares.
Pero el crédito no es ni gratis ni un favor. Por el contrario, es gran negocio para quien lo otorga. Las tasas de interés pueden superar el 30% anual en algunas mueblerías, financieras o compañías de seguro. No es raro terminar pagando 2, 3 y 4 veces el valor inicial del producto.
Si el comprador se atrasa – aunque fuese un solo día – la ley de California permite embargar la mercadería. Así, lo que debería ser razón de satisfacción se puede convertir en fuente de desazón.
En la Legislatura estatal se confrontaron el año pasado proponentes de derechos del consumidor y quienes buscaron fortalecer a los comerciantes: Asambleístas como Cindy Montañez, autora de la Carta de Derechos del Comprador de Automóviles o Jackie Speier, proponente de un documento similar. Legisladores como Ronald Calderón quien infructuosamente propuso que el embargador no estaba obligado a verificar los objetos personales en un automóvil o Robert Pacheco, cuya ley que hubiese limitado los derechos de consumidores de demandar por prácticas injustas fracasó.
El tema del repo es pues candente, pero no por lo sexy de las “mujeres-repo” del programa aludido.
Cínicamente, el show se aprovecha de los desvelos del consumidor latino inmigrante, con limitado acceso a la información. Y como si todo fuese un gran circo, comercializa el dolor ajeno mediante la venta de su propia línea de productos: gorras, casacas, un póster. Flaco servicio.