El Parque MacArthur

2006

Del Parque MacArthur de la hermosa canción surrealista sobre amores y lluvia y pasteles queda sólo la leyenda. La realidad la reemplazó, primero con un foco para trueque de documentos migratorios falsos y de noche meca de homeless o de drogadictos – hasta la limpieza de 2005. Pero desde esta semana el MacArthur Park, con su auditorio, área de juegos y picnic y centro para familias, con su prado y su fuente natural, es el nuevo símbolo de la violencia policial en Los Angeles.

Aquí policías acabaron, con su lluvia de palos y 240 balazos de goma –¡pero ningún arresto de los provocadores!- con una marcha pro inmigrante del 1 de Mayo .

Golpear a niños, mujeres y hombres pacíficos y ensañarse con periodistas escaló las tensiones, aumentó la desconfianza e intimidó a los latinos.

Y añadió un factor de urgencia al debate migratorio.

Es que Los Ángeles no está separada del resto del país. Las manifestaciones de hace un año, cuando centenares de miles pidieron aquí reforma migratoria en un acto histórico sin precedentes, la pusieron en el epicentro del acontecer político nacional.

Pero las marchas de 2006 no tuvieron continuidad, y creció la incitación anti inmigrante y racista en radios y emisoras; se popularizaron los Minutemen como figuras míticas nacionalistas; multiplicaron leyes y ordenanzas contra inmigrantes en todas partes; pulularon redadas migratorias, deportaciones y separación de familias. Y dos nuevas demandas judiciales pretenden abolir la orden especial 40 por la que la policía de LA se abstiene de cazar indocumentados. Todo, sin que se perfile una solución legislativa en Washington. Hay entonces una ofensiva generalizada.

Y en la conmemoración de aquella marcha, mucho menor que la primera, atacó la policía.

Como fue parte de un proceso, la acción del martes no fue espontánea o accidental, de unos cuantos agentes desobedientes, ni una extralimitación de funciones, sino todo lo contrario. Participó en ella una unidad de elite especialmente entrenada para hacer lo que hizo. Se emplazaron en perfecto orden y avanzaron como en las maniobras. Vestían uniforme y casco oficial y lo último en tecnología antimotines. ¿Quién dio la orden?

Obran bien Bratton y el alcalde Villaraigosa; prometen una somera investigación de ello. Pero no se trata sólo de investigar –eso es, aclarar qué paso- ni de ganar tiempo hasta que los ánimos se calmen. LAPD debe cambiar radicalmente, y desde afuera. Porque es el dueño del monopolio de la violencia en Los Ángeles.

Porque una y otra vez la ha ejercido impunemente contra la población indefensa.

Porque en una unidad pequeña y militarizada como ésta, la línea de comando sabe –o debe saber- qué unidades participan y quién las conforma.

Porque honestamente LAPD ha sido por decenios una punta de lanza de racismo.

Así como el ataque en el Parque MacArthur fue sólo una expresión de la hostilidad general contra el pueblo inmigrante, las soluciones son también generales. Y aunque pasan por una reforma de la policía, no se limitan a ella. El trabajo es arduo.