El espejo
A mi hermana Viviana, z»l
Cruzábamos la calle – o el espejo
asidos de la mano y en silencio
lloré frente a él porque era un niño triste
y él era alto brillante y plateado
fluyeron veinte años, cien mil millas
y su marco siguió reflejando
tranquilo, familiar y presente
algún libro, breves gustos, desencantos
danzaste algún día frente a aquel espejo
a un son que solo vos escuchabas
en una casa que yo recuerdo vieja
cuando aún la estaban levantando
rodeados de arena y la soledad adentro
éramos niños pero vos ya no tanto
me parece que eras un reflejo del espejo
y que me hablabas desde el otro lado
como que soy yo su reverso dado vuelta
o la imagen invertida de mi llanto
quién sabe cual es el lado correcto
el espejo lo sigue mostrando
como dos partes de nuestra historia
o dos facetas de un mismo cuento.
Cuando fue mi turno de poseerlo
arrojé sus astillas al espacio.
Luego
se levantó el polvo obsesionado de tu caída
en plena carrera como en cámara lenta
suavemente primero, cuadro por cuadro se
desmoronaron tus piernas, cayó en la ignominia
todo tu cuerpo, se decretó un
gélido desierto en tu entorno, el polvo siguió
flotando durante estos años, no hubo nadie
cerca de tus poros, tu aliento
contenido desde entonces no respiras
casi y me hablas por otra voz
y eres otra y sin embargo
sos mi hermana
única y la misma, mi hermana propia
dolor, enojada en tu costra
un velo de orgullo se solidificó delante
de tu cuerpo tieso y ya no nos vemos
bolita de barro en la tormenta
nos alejamos bregando hacia la misma costa
vos nadás pausada como galeote engrillado
nos seguimos de cercaì
hermana, sé que estás dentro de tu cuerpo falso
alta y brillante y dorada
aún caminaremos juntos
cruzando la calle Corrientes
por un túnel mágico
asidos de la mano.
Dic. 2, 1994
dos años antes de su muerte