El cielo se cae y la Asamblea de vacaciones

8/5/2007

Tradicionalmente a esta altura del año el tema de presupuesto aparece en nuestros titulares, generalmente para designar una adormilada Legislatura en nuestra capital Sacramento que no se decide a aprobarlo.

Esto sucede porque, contrariamente a todos los estados menos dos, California requiere una mayoría extraordinaria para aprobar el presupuesto: las 2/3 partes de cada cámara legislativa, y luego el aval del gobernador. Incomprensible, porque alcanza el 50 más uno de los votos para aprobar el presupuesto federal y para elegir al presidente.

Esto otorga al partido minoritario de oposición, el republicano en los últimos lustros, un escenario para mostrar genuflexiones de combate parlamentario, generalmente inocuo e intrascendente. A veces consiguen alguna concesión, pero las más se declaran satisfechos con demostrar a sus fieles que aprovecharon la coyuntura para insistir en sus principios de gobierno fiscalmente responsable y beneficios impositivos a corporaciones.

Cuando la aprobación del presupuesto queda paralizada en la Legislatura, lo es por un breve período tras el cual algunos republicanos votan por el proyecto; todo se olvida y a otra cosa.

Esta vez, casi cuarenta días de estar sin presupuesto estatal,  es diferente.

Primero, porque hasta ahora había dinero reservado para estas contingencias que posibilitaba al estado seguir pagando sus obligaciones por dos meses o más sin mayores preocupaciones. Esta vez, este dinero no existe, porque ya fue utilizado.

Segundo, porque la oposición republicana –con la excepción de su único latino, Abel Maldonado- parece convencida que cuanto más tiempo resista, mejor le irá con sus votantes, ya que esta vez, los que más sufrirán son su Némesis, su objeto de escarnio, los protagonistas de sus incendiarias arengas, los inmigrantes. Y los pobres. Los que no votan. Los que no contribuyen a sus arcas.

Confirman que paralelamente al viraje del gobernador republicano Schwarzenegger hacia el centro, se deslizan hacia una derecha combativa y agresiva.

Son catorce y resisten, aunque falte un solo voto para llegar a los 2/3. Y todos salen alegremente al receso.

¿Qué piden? Recortar programas sociales: por ejemplo, 314 millones del programa de asistencia pública en entrenamiento y transporte para desempleados. Quitar 100 millones al transporte público. Combatir el plan Familias Saludables y toda idea de reivindicar a delincuentes drogadictos.

El sufrimiento causado a los pobres y los inmigrantes por falta de presupuesto es inmenso.

La semana pasada, se suspendieron pagos por 227 millones de dólares a hospitales y clínicas comunitarias. Ahora cada uno busca préstamos para seguir. Hay gente que perdió su trabajo. Si no se aprueba el presupuesto hoy, Evaristo de la Serna perderá su casa y volverá a ser homeless, escribió la reportera Yurina Rico. Guarderías infantiles que cuidan a 250 mil menores, los centros de vida independiente para ancianos discapacitados en Los Ángeles, las agencias de educación especial para adultos, ya no tienen fondos.

Cada día es peor: están por cerrar nueve colegios comunitarios, todos de mayoría latina y pobre, todos del área de Los Ángeles, con 185 mil estudiantes. En los otros se eliminarán las clases de ayuda a quienes no saben inglés.

El departamento de Salud de California del que depende la salud de siete millones de pobres y 11 mil centros de atención a ancianos y discapacitados, cesará pagos en tres semanas.

Ahora bien: la crisis tiene culpables, pero también cómplices en el silencio. La Asamblea aprobó el presupuesto el 20 de julio y luego se zambulló en vacaciones. Sus miembros, encabezados por el presidente Fabián Núñez, no están en ninguna parte y vuelven el 20. Pero la excusa de que no pueden hacer nada subleva: ¡que muevan cielo y tierra, agiten a sus constituyentes, despierten a los adormilados, utilicen todos sus contactos!

Que muestren que les importa y que por algo son mayoría.

Comentarios a gabriel.lerner@laopinion.com.