Diario de un inmigrante: del idish al spanglish

Hablando del spanglish, el idish tuvo una presencia intensa en mi niñez. Es el cocoliche, la jerga, el híbrido que usaban en el siglo pasado y el antepasado los judíos de Europa oriental (aunque debe sus orígenes a casi mil años antes).

Fue el idish, antes del inglés o el hebreo, el primer idioma extranjero que aprendí: desde los cuatro años, en la escuela Itzjok Leibush Peretz de la calle Boulogne Sur-Mer de Buenos Aires. Eso fue en 1958, y cuando visité la Argentina después de casi 30 años de ausencia en el 2000 estaba cerrada y flanqueada por un amable (¡!) policía.

Pero quedaron en mí algunas palabras, costumbres, chistes, mi manera de ser y la memoria de la directora de la escuela que cada tarde se despedía de todos los alumnos con un beso de bobe (abuela) en la mejilla y que falleció al año siguiente.

Es un hechizo del alemán, el hebreo, el lenguaje vernáculo, escrito en letras hebreas. Contrariamente a éste, lleva vocales. Y al usar palabras de la lengua de la Biblia deforma su pronunciación. En Los Angeles se puede oir mazeltov por el mazal tov hebreo; mishpoje en lugar de mishpajá; shabes por shabat.

El idish avanzó hasta crear una literatura digna, con un premio Nobel – Isaac Bashevis Singer-y con Shalom Alejem como cuentista inolvidable e innumerables poetas.

Aquí en Estados Unidos muchos de sus vocablos se incorporaron al lenguaje aceptado: jutzpa (lo escriben Chutzpah), por atrevimiento. Bagel por, bien, un bagel. Kvetch (comprimir) por quejarse. En cambio son pocas las que se filtraron al castellano de la Argentina, cuyo lunfardo se quedó con palabras italianas y se sacudió otras: por ejemplo, moishe, que con y sin condescendencia nos apunta a los judíos. Su poesía es deliciosa, sus dichos jugosos, su lectura asociada a genuflexiones del cuerpo y gesticulaciones de las manos. Su expresión intensa y condensada. Tzures son problemas de la vida, el troubles inglés. Un shlemazal es un tipo sin suerte, torpe es el shlomiel. Sheine meidale era mi hermana Viviana cuando niña, hermosa. Y si nada es gurnisht, gurnisht mit gurnisht, nada con nada, es el resultado de muchos intentos por avanzar.

Pero el idish nunca estuvo ligado a una tierra, a un estado nacional;el Holocausto le asestó un golpe terrible; el establecimiento del estado de Israel y el renacimiento del hebreo, otro; los buenos tiempos para los judíos, otro. Hoy es practicamente una lengua muerta.

Se lo puede hallar solamente entre la minoría de los judíos ultraortodoxos, los más religiosos, para quienes el hebreo es una lengua sagrada que puede ser utilizada solamente para el estudio religioso, las plegarias, la liturgia.

Y pensar que lo hablaban entre sí habitualmente mis abuelos y hasta mi madre.

Mi abuelo, el primer periodista de la familia, el jujem, lo era en Die Presse de Buenos Aires. Y mis abuelos eran mis zeide, mi abuela paterna, la balebuste y berie (ama de casa por excelencia) era la bobe Rive y mi bisabuela la bobe Basie. Y todas ellas y mi madre fueron y serán siempre idishe mame (mucho más que madre judía, es un término como para preguntarle a Sigmund Freud, que también tuvo la suya.

El idish era diferente en cada país, porque recogía de él un porcentaje de sus palabras.

¿Podrá el spanglish ser algo así o es solamente un “habla de transición”, que “se van modificando para acercarse al modelo de lengua que les da sustento al compás del progreso cultural del hablante” (gracias Ricardo Feierstein? ¿Podrá separarse del español y el inglés, de manera tal que alguien HABLE en Spanglish?

¿Podría haber una escuela de Spanglish? ¿Un curso? ¿Reglas? ¿Una Academia? Porque hoy, hablamos uno u otro idioma e intercalamos palabras, sea en el otro, sea en Spanglish. ¿Hay, o habrá literatura Spanglish? Hablo más allá de la versión de Ilan Stavans del Quijote; hablo de creaciones que germinaron del Spanglish y se generaron en éste.

Y, ¿se puede entender una obra en Spanglish del Bronx en el sur de Los Angeles?

No lo sé. Mi oficio de escritor y editor (para ganarme la vida, mi parnuse, para tener guelt, dinero, asociado al inglés guilt) me llevan a repeler la mezcla de idiomas, en cualquiera de los tres en los que hablo con mis hijos: hebreo con el mayor; español con el segundo e inglés con los dos más jóvenes. Todos ellos me dan muchísimo najes (algo más allá del placer y casi inasible)… pero vuelvo al tema.

Escribir en Spanglish es para quien en lugar de aferrarse a cada idioma a la vez como yo, salta mientras escribe de uno a otro, los visita, ama a ambos y los cultiva.

Que el Spanglish fecunda es innegable. Crece donde crece el pueblo. Envía nuevos vocablos desde las fronteras, y cuando los inmigrantes retornan a sus lugares llevan con ellos semillas de las palabras asimiladas, que germinan allí donde han vuelto.

Conozcamos más, en este sentido, al Spanglish: es una condición para poder quererlo, como aquí, en este texto, tanto quiero yo al idish.