De Selma al Este de Los Angeles: habla Hilda Solís

Esta nota – que no cambio pero que explico – apareció en La Opinión en marzo de 2003, cuando Hilda Solís era congresista. Luego fue ministra (le decimos Secretaria) de Trabajo en la primera administración de Barack Obama, y hace dos semanas – estoy en febrero de 2013 – renunció a su puesto para postularse como candidata a supervisora del Condado de Los Angeles.

Sigue vigente.

 

03/17/2003

Los latinos han pasado a ser oficialmente la primer minoría étnica en Estados Unidos. Con 37 millones, superaron numéricamente a los afroamericanos.

Sin embargo, muchos consideran que los latinos van a la zaga en el terreno de la organización interna, la solidaridad como comunidad étnica, la unión detrás de ciertos objetivos y la oposición a la discriminación como grupo.

“Nosotros no estamos acostumbrados a luchar en las calles, al tipo de actividad política no violenta que caracterizaba al movimiento de derechos civiles de los afroamericanos”, dice la congresista Hilda Solís a La Opinión.

Solís, que representa a zonas del condado de Los Angeles en la Cámara federal de Representantes, fue la única latina invitada a participar, la semana pasada, en la conmemoración anual de la marcha entre Selma y Montgomery, Alabama, un hito en la lucha por los derechos humanos en el sur de Estados Unidos durante la década de los 60.

“Sólo el boicot a las uvas que organizaron en California César Chávez y Dolores Huerta es comparable a lo que hicieron aquí en Selma, Alabama”, agrega.

Sin embargo, últimamente muchos jóvenes latinos en California se han movilizado, por ejemplo, contra los recortes en los presupuestos de las universidades comunitarias o contra la guerra.

“Es cierto. Yo aplaudo las marchas en los campus de las universidades y en el Este de Los Angeles. Pero también me preocupa que una gran proporción de nuestra comunidad, tanto latinos como latinas, haya sido reclutada a las Fuerzas Armadas. Y yo los apoyo a ellos y a sus familias”.

¿Qué explica los logros en la lucha por los derechos civiles hace 40 años? ¿Qué lecciones hay allí para los latinos?

“Hay mucho para aprender de la historia del sur estadounidense. Para ello me trasladé a Alabama y recorrí los sitios históricos que recuerdan aquellos días: la parada en la que Rosa Parks se negó a abandonar el asiento de autobús que, según las leyes segregacionistas, pertenecía a un blanco. El templo bautista de la calle 16, en la que una bomba colocada por miembros del grupo supremacista Ku Klux Klan mató un domingo por la mañana a cuatro niñas negras…”

“Lloré en cada estación, en cada tramo. Me conmovieron las historias que me contaban sobre cómo fueron atacados con perros de la policía, con mangueras de agua, porque pedían sus derechos”.

Martin Luther King, Rosa Parks, son parte de una historia épica que los afroamericanos reclaman…

“Nosotros también tenemos nuestro icono. Los afroamericanos recuerdan a Martin Luther King. Nosotros, a César Chávez, a Dolores Huerta. Por eso estoy promoviendo en el Congreso la creación de un parque nacional a nombre de Chávez, junto con el senador republicano John McCain, de Arizona, quien lo apoya porque Chávez luchó también en ese estado”.

El viaje fue organizado por el Instituto de Fe y Política, un grupo sin fines de lucro en Washington. Por California, participaron los congresistas Susan Davis, de San Diego; Barbara Lee, de Oakland; Adam Schiff, de San Gabriel e Hilda Solís, de El Monte, todos ellos demócratas. Del grupo latino del Congreso, viajaron Robert Menéndez, de Nueva Jersey e Hilda Solís.

“Yo vine porque respeto a John Lewis, el congresista de Atlanta, Georgia y una de las personas del movimiento que aún viven”, dice Solís. Lewis, actualmente congresista por Georgia, fue presidente del Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC), una de las principales organizaciones implicadas en la lucha por los derechos civiles.

“Fue una experiencia maravillosa”, dice Solís. “Me hizo feliz representar a los miembros del Congreso, ser la primera latina en participar en este acto. Me sentí honrada por haber hollado la misma senda recorrida por los líderes de los derechos civiles”.

¿Y los latinos en el sur del país?

“Me encontré con grupos de latinos de Alabama, que son una población en crecimiento. Me confiaron que ellos mismos tuvieron que afrontar ataques del Ku Klux Klan en varias comunidades, donde los acusaban de promover la mezcla de razas, los acusaban de querer salir con mujeres blancas”.

“Así como en California conocemos a los trabajadores del campo como un sector que lucha por sus derechos, aquí son los obreros de la avicultura los más vulnerables. Ellos quieren que les proporcionemos información en español sobre su derecho al voto”, dice la congresista.

“También nos interesamos por la oposición a una medida presentada ante la Legislatura local que daría a la policía estatal el derecho de actuar como si fuesen agentes de inmigración. Si se aprueba esta medida, van a utilizar el método discriminatorio del perfil racial”.

Esta historia, recalca la congresista, no es algo del pasado.

“La discriminación”, dice Solís, “no sucedió hace tanto. Ni se limitó al sur. Mi padre me contaba que en la estación de tren del Union Station en Los Angeles había dos bebederos. Uno para blancos, el otro para mexicanos”.

Un recorrido histórico

Hace 38 años, un grupo de activistas afroamericanos y sus simpatizantes realizó la histórica marcha de Selma a Montgomery, en el marco de la lucha por el derecho al voto de las minorías en el sur del país.

La marcha fue el final de una serie de eventos con que culminó la lucha por los derechos civiles.

El primero fue el Domingo sangriento, en el que el 7 de marzo de 1965, 600 activistas marcharon de Selma hasta el puente Edmund Pettus, a seis cuadras de distancia, donde fueron atacados por policías locales y estatales.

Dos días mas tarde, Martin Luther King Jr. encabezó una marcha simbólica hacia el puente.

Finalmente, el 21 de marzo, unos tres mil manifestantes salieron de Selma a la capital estatal, Montgomery, su derecho a marchar protegido por la decisión de un juez federal. Cuando llegaron allí, eran 25 mil.

Cinco meses después, el presidente Lyndon Johnson firmó la Ley de Derecho al Voto de 1965, que prohibió las precalificaciones o prerequisitos que por razones raciales habían establecido las legislaturas estatales al derecho de ciudadanos a votar. Dio así fin a la limitación del derecho al voto de las minorías en el país.

La marcha constituyó un importante hito en la historia de Estados Unidos, como heroico intento de quebrar la hegemonía blanca, dar fin a la segregación racial y afirmar la igualdad de derechos de los afroamericanos, cien largos años después de que mediante la Guerra Civil se anuló la esclavitud.

Desde entonces, la marcha se ha conmemorado anualmente.

La marcha de Selma a Montgomery forjó una generación de líderes de la comunidad afroamericana, señaló su camino de militancia como una opción con resultados positivos para éstos e incrementó aún más el nivel de concientización política de los mismos.