El ojo

Por eso te miro ahora, como si no te hubiese mirado nunca, cuando me besas y cierras los ojos, y también cuando llegas de un viaje largo y abrazas tiernamente a otra gente, y soy yo quien recibe tu abrazo y contengo la respiración para que el abrazo dure para siempre. Y estoy mirando desde entonces tus ojos ardientes, árabes, que lo dicen todo sin decirlo, y mirándote acaricio tu mejilla y con mi mano la cubro y la seco.

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