Cárcel de lujo

3/4/2007

George Jaramillo era el vice sheriff del condado de  Orange y su portavoz, segundo solamente al titular Mike Carona y su aparente heredero.

A fines de enero aceptó no disputar acusaciones de mentir a un gran jurado y malversar fondos públicos. Un acuerdo con la fiscalía lo envió a un año de prisión.  El viernes, un juez decidirá si Jaramillo lo cumplirá en una cárcel paga.

La publicación del incidente echó luz sobre este programa poco conocido que establece categorías de presos: los comunes y quienes pueden pagar para llamarse “clientes”.

Los primeros sufren el hacinamiento de nuestro sistema en crisis y los segundos lo eluden y reciben condiciones humanas.

Los primeros purgan sus penas en condiciones del medioevo: un cupo del 300%. Celdas repletas. Dobles camarotes en lo que eran gimnasios, bibliotecas, salas de estar. Griterías, golpes, robo y violaciones.

Los segundos gozan, según la ciudad, de tres comidas diarias, la posibilidad de ir a ver al médico privado; viven solitos en una celda o con un sólo roommate. Puede haber computadora; teléfono celular o de llamadas collect. Videograbadora o DVD, televisión propia, libertad para circular por la institución, recibir visitas en el patio, comidas de restaurantes, o paquetes para su horno de microondas. Tienen libros, revistas y una ventana aireada.

Jaramillo quiere ir a Fullerton, a 75 dólares por día de estadía en el hotel, perdón, la cárcel. Una bicoca: otras, como la de Torrance, cobran 171 dólares por día. La de Pasadena cuesta 127 dólares. En todos los casos el pago es por adelantado.

El programa, según el National Institute of Corrections, es legal en 40 estados y comenzó a fines de los años 80. La ley federal 106-553 de 2001 limita la adjudicación de ciertos fondos federales a cárceles que operan este sistema. Sin embargo proliferan: es buen negocio.

La venta de beneficios se practica en unas 15 ciudades de nuestros condados de Los Ángeles y Orange.

Una publicación de la cárcel de Santa Ana, la mayor del condado de Orange, detalla amenidades como si fuese Las Vegas: véngase un fin de semana para poder trabajar o estudiar durante los días hábiles.

Los “clientes” en Huntington Beach, a 125 dólares por el primer día y 75 por los demás, pueden venir sólo para dormir. En el presupuesto de 2006-2007, la ciudad espera colectar 187 mil dólares.

En enero de 2004 Pomona aprobó el programa, con precios escalonados, según el beneficio. Alhambra lo instituyó a través de un contrato con la ciudad del Sur de Pasadena.

Seal Beach solamente tiene clientes pagos. Su cárcel es administrada por una empresa privada, Correccional Systems Incorporated. Quien puede, paga 70 dólares por día.

Es justo que la gente sea protegida de la violencia característica de las prisiones. Pero esa es, precisamente, la responsabilidad de las autoridades.

El programa limita el acceso a condenados por delitos menores. Y ojalá que todos aquellos lo gocen. Sus beneficios deberían ser no solamente para los adinerados, sino para todos los condenados por delitos similares. También ellos son Gente de Los Ángeles.