Armadores de barcazas

Fabiana

Llega un tiempo de ignominia.

Armadores de barcazas
tienden remos de lo alto.
De leve murmullo la mujer rota
se cercena las lágrimas
rompe breves vidrios de bolsillo
siente que ahora muere sin cabeza
murmulla por lo bajo a la salida:

He venido desde adentro a calmarte.
Rueda un agua, siempre blanca, va adelante
una arena perentoria y pocos ojos
una playa como hilos de ternura
las fogatas en el centro no se apagan…

Atento a la bandera de tus labios,
soy galope, nunca acierto en la madeja.
Uno siempre se pregunta si fue niño;

pero verás que para nosotros no hay trabajo
pero verás que no hay encino que resista,
porque vienes de lo mío más arisco,
porque sorbes con holgura
mi avalancha.