¡Desalojados!

4/7/2007

Los Angeles, para quien todavía no se dio cuenta, se está transformando. El centro de la ciudad experimenta una metamorfosis: miles de departamentos son demolidos o están en vías de serlo, para edificar condominiums privados y dar cabida a miles de futuros nuevos inquilinos: profesionales, gente de clase media para arriba, jóvenes, blancos no latinos. O cualquiera que pueda pagar mensualmente un mínimo de 1,700 dólares de renta.

Son 5,300 unidades demolidas en 2005 y 2,300 en 2006 sólo en LA. Por esa razón se construyen hoy más de 10 mil nuevas unidades, el doble que hace un año, el segundo lugar en el país.  La crisis en bienes raíces aminora el proceso, pero no lo revierte ni detiene.

Quienes allí vivían –50 mil de los más de medio millón protegidos por la ley de control de rentas que limitaba su aumento a 4% anual,– deben buscar mejor suerte.

Ni en sus sueños más dorados podrían pagar el nuevo alquiler, comparado con los 500 a 750 dólares por mes hasta ahora.

Menos aún comprar: no tienen ni enganche ni historial crediticio, ni ingreso mensual para comprar una de esas flamantes unidades, ni una voz poderosa en los puestos de poder. En su gran mayoría son latinoamericanos, trabajadores, pobres, inmigrantes.

Los Ángeles, donde entre 60% y 70% alquilar, es el mercado de renta más caro del país. Las familias deben dedicarle el 50%  de sus ingresos y renunciar a tener seguro médico. El 84% de ellas no puede comprar una casa en los límites metropolitanos.

En cambio, son cada vez más quienes comparten una vivienda para repartirse la renta. Y más las parejas jóvenes que siguen viviendo con sus padres.

Cuando se desaloja un edificio de sus ocupantes, se debe indemnizar a los inquilinos. Y el concejo municipal correctamente subió la suma esta semana en voto inicial, de 3,450 dólares establecidos hace 20 años a 6,810.

Obviamente, la suma, insuficiente cuando el alquiler era de 400 dólares por mes, menos alcanza ahora cuando transitan de renta protegida al mercado “libre”.

El resultado: se mudan más lejos del centro laboral, atiborran las carreteras, pagan 3,39 dólares por galón de gasolina, atiborran el transporte urbano, y se perjudica las empresas que dependen de esa fuerza laboral.

La solución es renovar con vigor la construcción de muchísimas más unidades accesibles, que se detuvo en los años 50. En lugar de ello, fueron destruidos barrios de trabajadores, como La Loma, Palo Verde y Bishop para construir un estadio en Chavez Ravine, y Bunker Hill en para hacer el distrito de bancos y rascacielos.

Otra es reservar un porcentaje de unidades –digamos, 20%- para quienes trabajan en las zonas de las que son desalojados, a un precio que pueden pagar. O prolongar el control del alquiler a las unidades nuevas, luego de actualizarlas con precios de mercado. O limitar la conversión de viviendas accesibles a condos a zonas donde el porcentaje de vacancia zona es mayor al 5%. Ahora en Los Ángeles es de 1.9%, es decir, que ya es casi imposible encontrar vivienda de alquiler.

Son propuestas existentes del concejal Garcetti, que merecen apoyo.

Los desalojados pagaban menos por mucho menos, hacinados en tugurios y cuartuchos lúgubres y desatendidos, mas trabajaban y contribuían al colectivo. Merecen más que el crudo desalojo.

También ellos son gente de Los Ángeles.